Localización (Institución, Colección):
Edimburgo, Galería Nacional de Escocia
Fuentes primarias:
Giovanni dei Bonsignori, Ovidio Metamorphoseos vulgare, lib. X, 18.
Descripción:
Esta obra de William Calder Marshall ilustra un episodio recogido en fuentes tardías que pretendía dar explicación al hecho de que Hebe fuese relegada de su función como copera de los dioses en favor de Ganimedes, el joven amante de Zeus/Júpiter. Tal y como puede leerse en la edición de las ”Metamorfosis” de Ovidio de Giovanni dei Bonsignori, “queriendo Júpiter entregar el oficio a Ganimedes en lugar de a Hebe, un día, cuando Hebe estaba sirviendo la mesa ante Júpiter, hizo venir un viento tan fuerte que hizo caer sus ropas desde la cabeza hasta los miembros piadosos” (lib. X, 18.). Al tropezarse, la joven dejó caer la copa con la que iba a servir a su padre y éste decidió entonces apartarla definitivamente de las labores que había desempeñado hasta entonces en el seno de la familia olímpica.
Esta escultura, realizada por el autor durante su estancia en Roma, entre 1836 y 1838, representa el instante inmediatamente posterior al hecho narrado por Bonsignori. La joven Hebe, abatida, se sienta desnuda sobre un tocón, sosteniendo levemente con la mano izquierda el manto que le ha hecho caer y que reposa bajo su cuerpo, dejando al descubierto las juveniles formas de la diosa. La mano derecha sujeta aún la jarra con la que se disponía a servir el néctar, si bien parece que la joven estuviese a punto de dejarla también caer a causa de su profunda tristeza; la copa, rota, descansa a sus pies. Su rostro se inclina en un gesto de intensa languidez, como si fijase su mirada en la fatídica copa que ha determinado su destino; el pelo, peinado en un elaborado recogido, se adorna con una cinta que se estrecha sobre la frente.
Esta obra trasluce un delicado clasicismo que, tanto en las formas como en el tema, sin duda, debe mucho a la experiencia romana de Marshall. No obstante, la representación de la diosa de la Juventud como una joven muchacha se subordina, en este caso, a la narración del hecho funesto de su desgracia. Así pues, si bien el autor se esfuerza en la representación de la juventud, personificada en una bella adolescente, el aspecto culminante de la obra remite al sentimiento, a la emoción, y descansa precisamente en la desolación que emana de la actitud de la joven diosa. Incluso, el título de la obra, ”Hebe rechazada”, incide también en el sentimiento y, en cierto sentido, se acerca más a los parámetros del romanticismo que al sobrio neoclasicismo que se adivina en las formas.