Nereidas-Tetis

Tetis y las nereidas transportando las armas hasta Aquiles

Escudo, lanza, yelmo y caballos marinos

Anónimo

Grecia

Siglo V a.C.

Mosaico de guijarros (blancos, negros, fundamentalmente)

6 x 3 m.

Casa de la Buena Fortuna, Olinto. Grecia

Homero, Ilíada, XIX, 1-29.

Uno de los temas más populares del arte de la Antigüedad (tanto en Grecia como en Etruria y en Roma) fue el protagonizado por las nereidas transportando las nuevas armas para Aquiles, desde el Olimpo (taller de Hefesto) hasta Troya, con el fin de que el héroe volviera al campo de batalla. Tan popular asunto estaba basado en una trilogía perdida de Esquilo, titulada Las Nereidas. También se alude brevemente al episodio en un stasimo de la Electra euripidea (vv. 442-451). En los primeros versos del decimonoveno canto de la Ilíada, Homero evoca la llegada de Tetis y sus hermanas a la tienda del hijo abatido por la pena y la reacción de este al ver las magníficas armas forjadas por el divino Herrero.
El mosaico muestra simultáneamente las dos escenas: el traslado de las armas (escudo, lanza y casco) por dos nereidas, que aún permanecen montadas a lomos de sendos animales marinos y también la subsiguiente conversación entre la madre y el hijo, que narra Homero.
Tetis está ante su hijo, de pie, gesticulando con su diestra (consolando la aflicción del hijo) y ambos personajes están identificados por sus nombres escritos en griego. El héroe, sentado en una roca, está completamente desnudo y escucha con atención las palabras de su madre, casi a punto de levantarse con el ardor guerrero renovado por la visita. Las nereidas que todavía montan sobre los hipocampos visten sencilla túnica, pero Tetis se cubre también con un manto; las tres hermanas llevan el cabello recogido y van descalzas. El cuadro central está rodeado por un triple marco realizado a base de motivos vegetales, grecas y ondas marinas, que otorgan majestuosidad a la escena figurativa.

El mosaico cubría el acceso al andrón de la vivienda. Tras este pavimento otros mosaicos de tema dionisíaco completaban el programa iconográfico, ya en el
espacio principal de la habitación masculina, asociada al Symposion.

María Isabel Rodríguez López