Descripción:
A pesar de que la presente obra no se titula “Némesis” ni hace alusión de forma explícita a la diosa, sí evoca la evolución iconográfica que sufrió la figura de la divinidad a lo largo de los siglos. Más allá de sus orígenes como diosa de la justicia retributiva en época griega o como garante del Imperio en época romana, la figura de Némesis asimiló una serie de atributos generalmente asociados con Temis, Dice o Justicia y Fortuna, que la convirtieron en una dea panthea.
En época medieval, la Justicia se convirtió en una de las virtudes cardinales cristianas, adoptando la espada y el orbe de las divinidades paganas como atributos habituales. Sin embargo, la publicación de libros de emblemas, especialmente la Iconología de Cesare Ripa en el s. XVI, potenció el interés por la codificación visual de conceptos abstractos, personificaciones y cualidades enraizadas en la Antigüedad Clásica que todo artista e intelectual debía conocer.
El presente grabado se enmarca en este genero literario y pedagógico, inspirado en los epigramas morales de Horacio Flaco, en los que se combinaba una serie de frases relacionadas con la ética y grabados que lo ilustraban. Esta “virtud incuestionable” aparece publicada en 1612 por Otto van Veen en Amberes, con epigramas en castellano, francés, italiano y neerlandés:
“Del alto alcazar, donde el Sol y Luna Alegres dan su buelta acelerada, De sus virtudes la virtud cercada, Que muchas nascen, aūque nascen de vna, Por blanca y negra pisa à la fortuna, Que está de bueno, y malo variada, Y con ella del mundo la estimada Pompa, tan libre de quietud alguna. No estima el lauro, el cetro, o la corona, Premio, que el mundo da cō poco apremio Al menos digno, indigno de tenerle, Tan sola assi se estima, y su persona De si, por si, y en si se tiene el premio, Que el premio en la virtud es merecerle.”
La ilustración muestra una figura femenina estante que apoya su pie izquierdo sobre otra yacente tendida sobre una suerte de nube. La “virtud incuestionable” viste un chitón largo que deja un pecho al descubierto, mientras que en su testa lleva un yelmo con penacho. En su mano izquierda sostiene la espada enfundada y en la derecha un largo cetro.
La figura yacente, que gira su rostro para observar a la vencedora, está identificada como “Fortuna” en el texto, mientras sujeta el timón (atributo habitual de la diosa desde época helenística) y en su frente se adivina un pequeño tocado triangular. En el suelo se sitúan, de izquierda a derecha, una suerte de elementos que parecen hacer alusión a la Antigüedad y a los “premios” o dones que la diosa solía repartir entre los mortales: una tibia y varias coronas de laureles, símbolos de la gloria y el triunfo, y una corona radiada, un cetro, báculo y las fasces, símbolos de máximo poder y autoridad.
La “virtud incuestionable” recuerda la postura de Némesis derrotando al enemigo (ver objeto digital 818) mientras sostiene la espada y el cetro. El rompimiento de gloria eleva la escena al ámbito celestial junto a seis pequeños ángeles o erotes alados (salvo el de la izquierda en el registro inferior que es áptero) los cuales sostienen diversos atributos: un león con las fauces abiertas; un espejo; un altar encendido; unas balanzas; un fragmento de columna; unas bridas. El altar, las bridas y la balanza suelen aparecer en la tradición icónica de Némesis: son objetos que hacen alusión al culto de la diosa de la justicia (ver objetos digitales 216; 820; 823). El espejo es adoptado como atributo por la representación de la Providencia y la columna, por la Fortaleza, ambas virtudes cardinales cristianas muy frecuentes en la emblemática renacentista.