Némesis

Diadema; túnica corta; altar; arco y flechas

Provincial romana, Noricum.

c. 100-200 d. C.

Relieve en mármol

90 x 53 cm

Schloss Porcia en Spittal an der Drau (Austria)

Altar relivario ofrendado a Némesis en el que la diosa aparece con los atributos tradicionalmente asignados a Ártemis/Diana: diadema, túnica corta, arco y flechas en el carcaj. Ésta parece estar realizando un sacrificio de quema de incienso sobre el altar cuya inscripción nos informa de que se trata de un ritual en honor a Némesis Augusta. A la izquierda de esta figura, transcurre una escena relacionada con los juegos de gladiadores: tres hombres, posiblemente venatores y bestiarii, quienes participaban en los juegos con animales y bestias salvajes, aparecen representados con pantalones, polainas, túnicas y cinturones, enfrentándose con látigos y escudos a un oso. Resulta de interés el motivo bordado en la espalda de la vestimenta de uno de los luchadores, una suerte de aves que cruzan sus alas conformando una composición en “X”, la cual también aparece en los pantalones de la misma figura.
Gracias a la inscripción que se conserva en la parte superior Syrasc(us) Valerian(us) Eutyches Alb(ii) Ma(ximi) // Nem/esi / Aug(ustae) sabemos que se trata de un monumento dedicado por tres esclavos (Siraco, Valeriano y Eutique) cuyo dueño, Albius Maximus, autorizó su participación en una venatio –ya sea pública o privada. Otros investigadores ofrecen una interpretación alternativa, asegurando que Albius Maximus pertenecía a un clan importante (Albii) activo en Noricum durante el reino de Cómodo, y que podría haber pertenecido a una familia de gladiadores.
Numerosos altares dedicados a Némesis se han hallado en teatros y anfiteatros, hecho que se ha entendido como una muestra de la popularidad de su culto entre gladiadores. Un monumento recuperado en Noricum muestra a Némesis coronando a un gladiador señalando su victoria; cascos hallados en todo el territorio imperial ofrecen representaciones de grifos, atributo habitual de la diosa; el fresco de Némesis en el anfiteatro de Tarragona y la placa del de Sevilla evidencian la extensión de su culto también en las provincias occidentales del Imperio. No obstante, algunos autores descartan un componente agónico en su sistema de creencias, enfatizando el hecho de que estos edificios constituían verdaderos símbolos del poder imperial, donde el Emperador – o sus representantes provinciales o municipales – contaban con un asiento designado, junto a otros magistrados, ciudadanos y el resto de la población (mujeres, libertos y esclavos). El anfiteatro es, por tanto, un microcosmos que simboliza la sociedad romana, sobre la que Némesis se erige como garante de paz, victoria y observadora de la virtud entre los hombres.

Comparar con el objeto digital 820.

Claudina Romero Mayorga