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Objeto Digital 807
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Identificador:
 807
Nombre:
Asclepio/Esculapio
Dioses
Dioses Menores:
 
Asclepio/Esculapio
Nombre:
 
Asclepio/Esculapio
Tema:
 
Asclepio devuelve la vida a Hipólito
Autor:
 
Antonio Tempesta (Impresor)
Período/Cronología:
 
1606
Soporte y técnica:
 
Grabado
Dimensiones:
 
105 x 119 mm.
Localización (Institución, Colección):
 
Londres, British Museum
Fuentes primarias:
 
Ovidio, Metamorfosis XV, 479-576; Virgilio, Eneida VII, 765ss.; Higino, Fabulae, 47.
Descripción:
 
Hipólito, hijo de Teseo y de una amazona (de nombre Melanipe, Antíope o Hipólita), influido por la naturaleza de su madre, fue un fiel devoto de Ártemis y un apasionado de la caza que cometió la insolencia de menospreciar a Afrodita. Enojada, la diosa del amor infundió una ardiente pasión en Fedra, esposa de Teseo, quien tras ser rechazada por Hipólito acusó al joven de violación y provocó la ira de Teseo, que rogó a Posidón que castigara a su hijo. Así, mientras el joven guiaba su carro junto al mar, Posidón envío un monstruo marino que espantó a los caballos haciendo caer a Hipólito, que murió arrastrado entre las rocas (Grimal, 1981: 272-273). Este episodio recurrente, el del joven que rechaza a una mujer madura y es después acusado de violación, está también presente en el conocido Cuento de los dos hermanos egipcio, contenido en el Papiro d’Orbiney y datado en tiempos de la XIX Dinastía e, incluso, late también en el pasaje bíblico de José (Génesis, 39, 7 ss.).
En lo que respecta a Asclepio, interesa en este caso la resolución del relato pues el dios de la medicina, a petición de la diosa Ártemis, habría resucitado al joven Hipólito. Atenea había entregado a Asclepio la sangre derramada por la Gorgona que podía emplearse bien como veneno, si procedía de las venas del lado izquierdo, o bien como bálsamo salutífero, si era tomada de las venas del lado derecho. El hijo de Apolo sabía emplear tan magistralmente esta sangre curativa que logró resucitar a los muertos; entre los afortunados se contaron Capaneo, Licurgo o Glauco, hijo de Minos (Grimal, 1981: 56). La reiterada práctica de esta prodigiosa capacidad de revivir a los mortales provocó que Zeus, aterrado ante las consecuencias de estas acciones, fulminara a Asclepio:
Pero es fama que Hipólito cuando perdió la vida por insidias de su madrastra y destrozado el cuerpo por los potros desbocados […] volvió a mirar la bóveda estrellada y a respirar las auras de la altura, recobrado por obra de las yerbas de Peón y el amor de Diana. Y entonces el padre omnipotente, indignado de que un mortal se alzara de las sombras infernales a la luz de la vida, precipitó en las ondas estigias con su rayo a Esculapio, hijo de Febo, inventor del remedio. (Virgilio, Eneida VII, 764 ss.).
Este grabado de Tempesta representa el instante preciso de la revitalización de Hipólito, que yace tendido entre las rocas e inicia su portentosa incorporación, alzando ligeramente su hombro izquierdo. A su lado, presencia la escena una majestuosa figura de Ártemis/Diana, caracterizada por el creciente lunar sobre la frente, el arco que porta a su espalda y una enorme flecha que sujeta con su mano izquierda apoyada en el suelo, como si de una lanza se tratara. La diosa viste una larga túnica que dibuja su anatomía agitada por el viento, calza unas sandalias con grebas y dirige su brazo extendido al cuerpo postrado de Hipólito, como indicando a Asclepio la labor que debe realizar. Ártemis, protectora del joven, le transportó después de su resurrección a Italia, al santuario de Aricia, donde fue identificado con Virbio:
Pero Trivia —Hécate/Ártemis— benévola da en esconder a Hipólito en un lugar secreto y lo deja al cuidado de Egeria allá en el bosque de la ninfa, en donde inadvertido pasaría la vida en soledad por los jarales ítalos y cambiando de nombre llevaría el de Virbio. Por eso se mantienen alejados del santuario de Diana y sus bosques sagrados a los corceles de sonante casco, porque un día espantados de los monstruos marinos lanzaron carro y mozo a la playa. (Virgilio, Eneida VII, 774 ss.).
Asclepio está caracterizado en este grabado a la manera oriental, con una larga túnica y un turbante, y recuerda las visiones renacentistas del mítico Hermes Trismegisto, de aspecto venerable y larga barba. Como únicas herramientas de su labor sostiene con ambas manos sendos manojos de hierbas que acerca con la diestra al cuerpo de Hipólito; cabe reseñar que tanto Virgilio como Ovidio hacen referencia al hecho de que Asclepio logró devolver la vida a Hipólito mediante la sabia aplicación de hierbas curativas. Esta visión, en cualquier caso, responde a la imagen del dios de la medicina como gran conocedor de remedios farmacológicos y de plantas medicinales que eran reseñadas y recogidas en los tratados médicos de la época.
Para completar esta visión narrativa del episodio el artista sitúa la acción, como corresponde al lugar de la muerte de Hipólito, en un paisaje marino y constata la presencia de Afrodita/Venus, causante de la desgracia, observando la escena desde un carro que guía a través de las olas; los caballos uncidos a este carro, que parecen cabalgar sobre la superficie del mar, son designados a menudo como caballos marinos, no obstante, iconográficamente no se ajustan al arquetipo de estos animales fantásticos pues el artista ha representado sus cuartos traseros sin los rasgos de hibridación propios de los hipocampos.
Las palabras de Ovidio que aluden a esta ilustración de Las Metamorfosis completan la visión del episodio. El poeta pone en boca del propio Hipólito el relato de su renacimiento: También contemplé los reinos que carecen de luz y di cuidados a mi cuerpo desgarrado en el agua del Flegetonte y no me hubiese sido devuelta la vida a no ser con el poderoso remedio del vástago de Apolo; después de que la recuperé con poderosas hierbas y con la ayuda peonia ante la indignación de Dite, entonces a mí Cintia —Artemisa—, para que yo no aumentara con mi presencia la envidia por este regalo, me colocó delante apiñadas nubes y, para que estuviese protegido y pudiese ser contemplado impunemente, me añadió edad y no me dejó un rostro que pudiera ser conocido, y durante largo tiempo dudó si entregarme Creta o Delos para que las habitase; desestimadas Delos y Creta, me dejó aquí y me ordena abandonar a la vez el nombre, que podría recordarme mis caballos, y me dijo: “Tú, que fuiste Hipólito, sé tú mismo ahora Virbio”. Desde entonces habito este bosque y, como uno de los dioses menores, estoy oculto bajo la voluntad divina de mi dueña y estoy asociado a ella. Ovidio, Met. XV, 530 ss.
Observaciones:
 
La inscripción que aparece en el propio grabado describe el episodio representado: Hyppolitum Dianae impulsu ad vitam revocat Aesculapius et Virbius vocatur. Esculapio, a instancias de Diana, devuelve la vida a Hipólito y es llamado Virbio. La tradición que vinculaba a Hipólito con Virbio, un genio asociado al culto de Diana en Aricia, se justificaba de acuerdo con una interpretación de la etimología de su nombre que se suponía procedente de la expresión vir bis, entendida como una referencia a “aquel que había sido hombre dos veces”, aludiendo precisamente al renacimiento propiciado por Asclepio (Grimal, 1981: 537).
Serie: Metamorphoseon sive transformum. Lámina 146. British Museum. Museum number X,3.339.
Autor de la ficha:
 
Mª Amparo Arroyo de la Fuente
Objeto Digital 807
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