Nereidas

Coro de 17 nereidas que enmarcan la lucha de Heracles con Nereo

No muestran atributos iconográficos, porque su presencia como coro en el tema que ocupa el centro de la copa y sus nombres pintados, no dejan lugar a duda sobre su filiación

Atribuida al grupo de Xenokles

Ática, Grecia

Siglo VI a.C.

Pintura sobre cerámica. Técnica de figuras negras

Tarquinia, Museo Archeologico Nazionale (RC4194)

Apolodoro, Biblioteca Mitológica, II,114, II, 5,11
Ovidio, Metamorfosis, 2.10
Escolios a Apolonio de Rodas 4.1396f

La imagen corresponde al fondo de una cílica (copa) ática en cuyo umbo o espacio central se ha representado la lucha entre Heracles y Nereo (Hijo de Ponto y Gea), el momento preciso en que el héroe griego trata de averiguar qué camino debe seguir para dirigirse al Jardín de las Hespérides y realizar uno de los cometidos de su Erga, su undécimo trabajo.

Heracles partió en dirección norte, atravesando Macedonia. Se encontró primero con uno de los hijos de Ares, Cicno, al que derrotó en las márgenes del río Equedoro. Después siguió hasta las orillas del Erídano, donde le salieron al paso las ninfas del río, quienes le dijeron que sólo el dios marino Nereo podría informarle sobre el país que buscaba. El dios no se mostró dispuesto a revelar el lugar, “y aunque el dios adoptó toda clase de formas”, Heracles consiguió amarrarlo hasta que le reveló el lugar donde se hallaba el Jardín de las Hespérides. El combate entre el benévolo anciano del Mediterráneo y el héroe tiene lugar en el medio acuático (señalado por la presencia de peces), donde el dios marino tiene la capacidad de metamorfosearse y escapar de su captor, que aparece en actitud de aferrarlo con decisión y fuerza.

Todo el borde exterior del conjunto está decorado por un grupo coral formado por 17 nereidas, las hijas de Nereo y Doris, diosas menores del mar: son 17 figuritas de pequeño tamaño, cogidas de las manos y en actitud de presurosa marcha, tal vez alarmadas por el acontecimiento que ha privado de calma el espacio marino con la presencia de Heracles.

Estas nereidas, concebidas como diosas menores que representan la calma y los aspectos positivos del piélago, responden a un modelo genérico propio del arte arcaico; sin embargo, es posible su identificación precisa gracias a los títuli en griego que están pintados junto a sus figuras. Visten peplos de diferente bordado, pero en sus rostros no se aprecia diferenciación alguna.

El tema de la lucha entre Heracles y Nereo se asocia y se confunde en ocasiones con la lucha de Heracles con Tritón. En este ejemplo, la presencia de las nereidas no deja lugar a dudas sobre la identidad de los personajes del espacio central. Se trata de un tema muy habitual en el siglo VI a.C.

María Isabel Rodríguez López