Tema:
Compita. Son similares a los lararia domésticos pero ubicados en los cruces de caminos (compita) y dedicados a los lares compitales, garantes de la seguridad viaria. También funcionaban como elementos de culto y recuerdo a los antepasados lo cual actuaban como elementos apotropaicos para evitar que los espíritus de los difuntos retornen con sus deudos creando temores, y con el mismo fin con el que se construían los cruces de caminos a las entradas de las poblaciones.
Atributos iconográficos:
Estos compita se monumentalizan cual mausoleo familiar o gran cenotafio de una gens. Tienen por lo tanto forma de templo o templete alzado con alto pódium o gran aedícula donde se reflejan los bustos de los antepasados o atributos que les recuerdan.
Los Lares son figuras jóvenes, sin sexo bien definido, que portan una cornucopia, la patera o el rython (en ocasiones perdidos) y más raramente un cymbium (un recipiente en forma de cub que contiene agua para rituales); corona, típicamente de hiedra, y las vestiduras ligeras y voladas.
Período/Cronología:
Desde el siglo I d. C. al siglo III d. C.
Soporte y técnica:
Se realizan en mármol, usualmente con elementos pictóricos que se han perdido y más raramente, en ladrillo estucado, en todo en parte.
Dimensiones:
Muy variables, desde los cuatro o cinco metros cúbicos hasta poco menos de medio.
Localización (Institución, Colección):
En las encrucijadas de lo que resta de las antiguas vías de comunicación y en museos.
Fuentes primarias:
Agustín de Hipona, De Civ. Dei, VII.13; Apuleyo, De Deo Socr..; Arnobio de Sicca, Adv. Gent., II.67; V, 18; Cicerón, De Nat. Deor., II, 68; Pro Cluentio, 5; Censorino, 3; Horacio, Epíst., II.2.187; Carm., IV.11.7; Ovidio, Fast., II, 583 y ss; Trist., III.13.18 y V.5.11; Lactancio, Inst. Div., I, 20, 35; Plinio S., N.H., XXXVI, 204; Plutarco, Vit. M. Brut., 36; Propercio, Eleg., IV, I; T. Livio I, 39; XXI, 62; XXX, 12; Valerio Máximo I.7; Varrón, L..L., V, 61; Séneca, Ep., 110; 114; Servio Honorato, Sobre la Eneida V. 95; VI.603; VI.743; Tibulo, II.2.5; IV.6.1
Descripción:
Apuleyo en De Deo Socratis (Sobre el Genio de Sócrates habla sobre la concepción de los Lares y los Manes en el siglo III d. C. :
“El espíritu del hombre después que ha salido del cuerpo pasa a ser o se trasforma en una especie de Daemon que los antiguos latinos llamaban lemures. Las almas de aquellos difuntos que habían sido buenos y tenían cuidado y vigilancia sobre la suerte de sus descendientes, se llamaban lares familiares pero las de aquellos otros inquietos, turbulentos y maléficos que espantaban los hombres con apariciones nocturnas se llamaban laruce y cuando se ignoraba la suerte que le había cabido al alma de un difunto, es decir, que no se sabía si había sido trasformada en lar o en larva, entonces la llamaban mane”.
Actualmente queda recuerdo de aquellos, con una tradición cristianizada, en los cruceros.
Autor de la ficha:
Carlos Crespo Pérez