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Objeto Digital 736
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Identificador:
 736
Nombre:
Dios-río Sarno
Dioses
Dioses Menores:
 
Dioses-río
Nombre:
 
Dios-río Sarno
Tema:
 
Personificación de un río en compañía de varias ninfas acuáticas.
Atributos iconográficos:
 
Vasija manante de agua, rama de junco.
Autor:
 
Desconocido.
Escuela:
 
Pompeyana.
Período/Cronología:
 
c.70-79 d.C.
Soporte y técnica:
 
Pintura mural. Fresco.
Dimensiones:
 
92 x 178 cm.
Localización (Institución, Colección):
 
París, Museo del Louvre (CC70).
Fuentes primarias:
 
Virgilio, Eneida, VII, 738; Estrabón, Geografía, V, 4, 8; Lucano, Farsalia, II, 324; Estacio, Silvas, I, 2, 256-265; Silio Itálico, La guerra púnica¸ VIII, 532-546; Suetonio, Sobre los hombres ilustres, 1, 2, IV; Servio, Comentario a la Eneida de Virgilio, VII, 738; Procopio de Cesarea, Historia de las guerras, VIII, 8.
Descripción:
 
A pesar de no saber con seguridad de qué personificación fluvial se trata, es muy probable que este fresco, que se encontraba en la Casa de las Vestales de Pompeya, represente al divino río Sarno. Esta corriente, que fluye por la región italiana de la Campania, fue sin duda uno de los ríos más importantes del territorio, adorado como dios local o numen por la población de Pompeya y alrededores, como evidencian las imágenes del río personificado en algunos lararia de esta ciudad. La razón de ello se debe a la fertilidad que propiciaba al territorio campaniense, lo que explica la existencia de lujosas villae dedicadas al cultivo de frutas y verduras. Precisamente, la calidad hortícola que daban estas fecundas tierras es mencionada por autores como Plinio (Historia Natural, XV, 19; XIX, 413) o Columela (La labranza, X, 135-6; XII, 10). En resultado, el valle del Sarno, río que bañaba los territorios de Pompeya, Nocera y Sarno, entre otras ciudades antiguas, era considerado como un lugar perfecto para el otium romano, y de cuyo paisaje idílico se hicieron eco escritores como como el poeta Estacio (Silvas, I, 2, 256-265) o el geógrafo Estrabón (Geografía, V, 246-247). El Sarno además, debido a su navegabilidad, desempeñaba una función clave para el comercio y tenía una gran importancia económica para Nocera, Nola, Aquerras, y muy especialmente Pompeya, por encontrarse el puerto en esta ciudad, desde la destrucción de Estabia por Sila en el 89 a.C.
Aunque el río fuese adorado por todo el territorio campaniense, es la ciudad de Pompeya la que nos ha dejado la mayoría de los testimonios iconográficos de su veneración, representándose este en la decoración pictórica que ornamentaba varias casas pompeyanas.
En este fragmento de pintura mural del "cuarto estilo" pompeyano, se muestra sobre un fondo neutro blanquecino a una personificación fluvial, flanqueada por dos figuras femeninas. La figura masculina se ha pintado barbada, apariencia frecuente de los grandes ríos en el arte clásico, que denota su madurez, como vemos en su canosa cabellera. Aparece únicamente ataviado con un gran manto azul que le cubre la parte inferior y parte de su brazo, mientras que en el contrario porta una rama lacustre, atributo propio de los dioses-río. De aspecto solemne, se representa recostado y descansa su brazo izquierdo sobre un cántaro del que mana agua, símbolo de su caudal, que acaba bañando parte de la superficie campestre, única referencia paisajística de la pintura. Igual sucede con las doradas piletas que sostienen las dos muchachas, de las que brota el elemento acuático.
Se trata del difundido prototipo de dios-río en posición reclinada que comienza a proliferar en el arte clásico, especialmente a partir de época helenística, para la representación de la mayoría de divinidades fluviales. De hecho, esta es la apariencia que adoptan el resto de representaciones del Sarno conservadas -la mayoría en frescos pompeyanos –, donde aparecen bien sentados, bien reclinados, como por ejemplo en el larario de la Casa del Laberinto, donde adquiere un carácter protector. Por otro lado, el tipo iconográfico de las figuras femeninas ataviadas ambas de manera similar al río y sosteniendo una pila de agua, es el propio de las ninfas-fuente, que tiene su origen en el arte helenístico del siglo IV a.C., pero del cual solo conservamos copias romanas, como por ejemplo la pieza escultórica de los Museos Vaticanos (inv.MV563). En la pintura pompeyana existe un paralelo del mismo prototipo de ninfas-fuente en la Casa de Rómulo y Remo, y una variante en la Casa de Salustio, donde en lugar de pilas, sostienen grandes conchas, tratándose de un prototipo distinto asociado a estas figuras.
Aunque desconocemos a ciencia cierta si se trata del Sarno, por carecer este de atributos distintivos que lo definan, es muy posiblemente que se trate del mismo por la veneración de la que fue objeto en estas tierras debido a los beneficios que proporcionaba a la población en la Antigüedad. Por otro lado, este río era conocido por las fuentes de las que se alimentaba en la zona, las cuales también adquirieron un carácter sacro en relación con las ninfas. De ahí, que sea probable que, mientras que la figura masculina personifique al Sarno, las dos ninfas-fuentes acompañantes fueran personificaciones de dos de las fuentes más importantes del río, como son la Fuente de la Foce y la de Santa Marina. No obstante, la hipótesis se mantiene abierta, pudiéndose tratar de un río distinto. En cualquier caso, la representación de los ríos junto a las ninfas asociadas a él se atestigua en el arte romano de forma frecuente, desconociendo su identidad la mayoría de las veces.
Observaciones:
 
Este fragmento de pintura mural fue hallado durante las excavaciones de la Casa de las Vestales de Pompeya en 1785. El rey de Nápoles, Francisco I se las ofreció a Luis XVIII de Francia en 1825, pasando a formar parte de las colecciones del Louvre.
Autor de la ficha:
 
Andrea Gómez Mayordomo.
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