Fuentes primarias:
Ovidio, Metamorfosis, IV, 55-166; Nono de Panópolis, Dionisíacas, VI, 447-355; Himerio, Orationes, IX, 11.
Descripción:
Este mosaico chipriota muestra el célebre mito de Píramo y Tisbe. Píramo era un río de Cilicia, en la península de Anatolia, y un personaje destacable dentro de la mitología grecolatina, conocido principalmente por su historia amorosa con la fuente Tisbe, que no ha sido localizada en la actualidad. Ambos personajes son conocidos por protagonizar una trágica historia amorosa de la que existen dos versiones distintas relatadas por las fuentes clásicas. Una de ellas, narra la historia de cómo dos jóvenes, Píramo y Tisbe, se enamoran, uniéndose antes de casarse. A raíz de ello, la joven Tisbe queda embarazada, por lo que presa del deshonor, acaba suicidándose. Su amante, al enterarse, se quita la vida también. Finalmente, los dioses se apiadaron de ellos y los transformaron en corrientes fluviales, para así quedar sus aguas unidas para siempre. El tópico literario de la transformación en el elemento acuático es común a otras historias amorosas de otros ríos, como la de Alfeo y Aretusa, o Alcis y Galatea. Probablemente esta primera versión sea la griega original que perduró en las artes y que explicaría la representación posterior de los amantes con la iconografía propia de las divinidades fluviales, en el caso de Píramo, y las ninfas-fuente en el de Tisbe. La versión latina, en cambio, adquiere un tinte todavía más dramático, relatada principalmente por Ovidio (Metamorfosis, IV, 55-166), cuenta la historia de dos jóvenes enamorados de Babilonia, cuyo amor era imposible debido a la enemistad que existía entre sus familias. Por fortuna, se veían a través de una rejilla que conectaba sus dos casas, de modo que un día concertaron una cita nocturna para encontrarse a solas en una fuente alejada de sus familias. Tisbe llega primero al lugar, pero justamente aparece una leona, que tras haber cazado una presa tenía las fauces ensangrentadas. Esta, al ver a la muchacha, la ataca sin llegar a herirla, y aunque le arranca parte de su vestimenta, logra huir sana y salva. Cuando llega Píramo, y ve la prenda ensangrentada de la muchacha piensa el terrible final que le ha acontecido, decide acabar con su vida clavándose una espada a los pies de una morera. Al regresar Tisbe y ver a su amante moribundo, se suicida con la misma espada. Finalmente, de la sangre de los amantes a los pies de una morera adquiere su tinte el fruto de este árbol, que hasta entonces había sido blanco.
El mosaico de Nea Paphos es una síntesis de ambas versiones resumida en una imagen sinóptica, pues representa dos momentos distintos del mito en una misma obra. Por un lado, en el extremo izquierdo, podemos apreciar a una doncella, que eleva su brazo derecho en señal de alarma al ver a la leona, quien agarra en sus fauces la prenda arrancada de su chitón morado. En la derecha de la composición, se sitúa la figura fluvial de Píramo, ya transformado en río y representado con la iconografía tradicional de estos ampliamente difundida desde época helenística. Identificado por los tituli en griego, al igual que su compañera, aparece en posición reclinada y ataviado con un manto azul que le cubre piernas y cadera. Apoya su brazo en una urna de la que mana agua, y sostiene una rama de junco y una cornucopia.
Si bien, el momento del suicidio de ambos amantes contó con gran repercusión iconográfica en la pintura pompeyana del IV estilo, partiendo el conjunto de obras probablemente de un modelo común inspirado en la versión ovidiana y por tanto representados sin rastro de atributos que refieran su condición acuática; la representación de Píramo como río, en cambio, obedece a tradiciones regionales más orientales del Imperio, como atestigua la musivaria y las acuñaciones monetales de Cilicia, en cuyo reverso es frecuente la representación de Píramo como divinidad fluvial.
Observaciones:
Existen dos paralelos del mosaico de Nea Paphos que representan el momento preciso en el que Tisbe advierte la leona y trata de huir, aunque en ambos casos la figura de Píramo difiere y no se ha representado con la iconografía de los dioses-río. Se trata del Plato de Meleagro, pieza de plata perteneciente al Tesoro de Seuso datada entre finales del siglo IV y principios del V (Col.particular; Sotheby's Nueva York, 9.2.90) y una de las escenas que decoran el Mosaico de las Metamorfosis de la Villa de Materno en Carranque (Toledo), del siglo IV.