Localización (Institución, Colección):
Nápoles, Museo Arqueológico
Fuentes primarias:
Pseudo-Apolodoro, Bibliotheca III.10.3; Homero, Ilíada IV, 217 ss.; Píndaro, Odas, Pítica, III.5 ss.; Píndaro, Odas, Nemea, III.35 ss.; Ovidio, Metamorfosis II, 620 ss.
Descripción:
Asclepio nació de la mortal Corónide, amada de Apolo quien, celoso por la infidelidad cometida por la joven durante su embarazo, la hirió de muerte con sus flechas pero, cuando iba a ser colocada en la pira funeraria, el dios arrepentido extrajo al niño del seno de su madre. Después, entregó al pequeño al centauro Quirón, quien le educó y le inició en el conocimiento de la medicina. En palabras de Píndaro, Quirón ”crió al amable maestro del alivio que el cuerpo fortalece, a Asclepio, al héroe que expulsa toda suerte de plagas” (Píndaro, Pítica III, 5ss.).
Esta pintura pompeyana muestra, precisamente, una escena relativa al mito de la educación de Asclepio. Apolo, coronado de laurel, con el torso descubierto y una indolente postura, dirige su mirada hacia el centauro y su ilustre alumno, que permanece sentado sobre un estilizado taburete. A su espalda, un pilar sustenta un trípode que evoca al Apolo Délfico, si bien la escena representada debe ubicarse en el monte Pelión, hogar del centauro. Asclepio no presenta atributo iconográfico alguno; la mano derecha, apoyada en el mentón, sugiere un estado de concentración y estudio.
En cuanto a la composición, destaca la calidad artística del conjunto, que muestra un bello estudio anatómico en la figura de Apolo, concibiendo su efigie con una presencia casi escultórica, mientras denota una delicada estilización en el asiento de Asclepio y, sobre todo, en las refinadas patas del centauro, ejecutadas con gran elegancia. Quirón, que dirige su mirada a Apolo, porta también una estilizada vara con su mano izquierda.
La escena documenta la primera etapa del aprendizaje de Asclepio. Posteriormente, cuando el joven había adquirido ya gran destreza en la medicina, gracias a las enseñanzas de Asclepio, la diosa Atenea le entregó la sangre de la Gorgona gracias a la cual logró incluso resucitar a los muertos. Esta desmesurada sabiduría, no obstante, provocó el temor de Zeus que, ante la posibilidad de que se produjese el caos en el orden del mundo, lo abatió con un rayo, siendo transformado entonces en constelación.