Descripción:
Esta magnífica copa, procedente del denominado Tesoro de Boscoreale, muestra una imagen Panthea que aúna los atributos y capacidades de diferentes divinidades; está relacionada con la diosa Selene en tanto uno de los símbolos más significativos que porta la joven representada es el creciente lunar que destaca por encima de la cornucopia. El fondo de la copa está circundado por un sutil granulado y una corona de bayas, de laurel doble y de mirto, que se remata con una franja de arabescos. Esta decoración denota la cuidada elaboración de la pieza. En el centro del vaso, una bella joven de encrespados cabellos se rodea de una gran profusión de símbolos iconográficos que hacen referencia a muy diversas deidades del panteón greco-latino y, en particular, a la diosa Isis. La joven se cubre con un fino chitón, cuyas mangas abotonadas pueden apreciarse en el lado izquierdo de la composición, por debajo de la figura del león. Cubre su cabeza con una piel de elefante a modo de tocado; sobre su frente se alza la trompa del animal mientras la piel cae por detrás de su cabeza y, a ambos lados del cuello, se aprecian las características orejas del animal. Este peculiar tocado de piel de elefante, animal que fue considerado un símbolo de África, ha determinado la interpretación de esta efigie femenina como una personificación del continente, o bien de la que fuera una de sus más célebres metrópolis, Alejandría (Walker-Higgs, 2001: 312). En cualquier caso, de esta inicial teoría deviene su denominación más habitual, Copa de África.
Este peculiar tocado hace que los colmillos del animal se sitúen en la frente de la joven y evoquen los pequeños cuernos bovinos que caracterizaban a Ío, la doncella argiva, amada de Zeus, que fue convertida en vaca por el Crónida para eludir los celos de su esposa; Hera hizo que Argos custodiara a la ternera hasta que el dios Hermes la liberó y, tras muchas vicisitudes, arribó a Egipto y fue asimilada con la diosa Isis. A pesar de recuperar su figura humana, Ío conservó los cuernos de vaca, relacionados entonces con el tocado hathórico que lucía Isis. La joven representada en esta copa puede, por tanto, personificar también a esta diosa; la piel del elefante, símbolo de África, también es apropiada para una deidad egipcia y, por otra parte, la trompa del animal recuerda vagamente el tradicional ureus que coronaba la diadema de los faraones y de ciertas divinidades; de hecho, la diosa sujeta con su mano diestra a este animal heráldico, la cobra, como indiscutible alusión a Egipto.
En su mano izquierda, porta una elaborada cornucopia. Este elemento puede relacionarla con Fortuna o Tiché, con quien Isis se identificó hasta tal punto que está documentada una divinidad sincrética denominada Isitiqué o Isitiché (Grimal, 1984: 518); asimismo, la cornucopia se relaciona con el continente africano, en general, y con la provincia egipcia, en particular, como símbolo de la abundancia del fértil valle del Nilo. El artista ha coronado los frutos que surgen de esta cornucopia con un creciente lunar. Una sutil referencia a la capacidad fecundante atribuida al rocío resulta extremadamente improbable, por ello, hay que relacionar esta referencia estelar con la estrecha relación con Selene de la divinidad representada. En el cuerpo de este cuerno de la abundancia, puede apreciarse la figura de un águila y el busto de Helios, hermano de Selene, cubierto con una túnica y coronada su cabeza con los rayos solares. Según algunos autores (Walker-Higgs, 2001: 312), esta imagen sugiere la representación en esta copa de los dos hijos de Cleopatra VII: Cleopatra Selene, personificando a la diosa, y su hermano Alejandro Helios, en el cuerpo de la cornucopia. Tras la batalla de Actium (31 a.C.), los hijos de Cleopatra VII y Marco Antonio fueron llevados a Roma, donde Augusto confió su educación a su hermana Octavia. Posteriormente, tras la muerte de Alejandro Helios, Cleopatra Selene se casó, por deseo expreso de Augusto, con Juba II de Numidia; así pues, según la hipótesis apuntada, el tocado de piel de elefante y la cornucopia pueden hacer referencia a África en relación con el propio Juba. En el mismo sentido, se ha supuesto que pueda tratarse de un retrato de la propia Cleopatra VII divinizada (Museo del Louvre. Página Oficial del Museo). No obstante, cabe preguntarse por el sentido último de una pieza decorada con estos retratos reales en el contexto pompeyano; de estar representado algún miembro de la dinastía ptolemaica, la divinización de los mismos, especialmente de la figura central, determinaría el uso último de esta copa siendo, por tanto, más relevantes los aspectos religiosos que la supuesta personalización de los rostros.
Además de los atributos principales ya descritos de esta divinidad Panthea, pueden apreciarse otros tantos: junto a la cornucopia, la lira de Apolo; sobre el hombro derecho de la diosa, se distinguen la clava de Hércules, el arco de la diosa Ártemis y un león; junto a su mano derecha, se ha representado un pequeño sistro, instrumento ritual del culto isiaco, un delfín que puede aludir a Posidón, un pavo real, animal asociado a la diosa Hera, una espiga que puede hacer referencia a Deméter, y una granada que evoca la catábasis de Perséfone; en el extremo inferior de la copa, pueden verse, también, las tenazas de Hefesto y la vara de Esculapio, así como una bella figura de pantera. Existen, por tanto, referencias a diosas con las que se identificó la egipcia Isis: la propia Selene, Fortuna, Ártemis, Hera, Deméter, Perséfone e, incluso, se podría relacionar al león y la pantera con Hécate, quien podía transformarse en diversos animales (Grimal, 1984: 225), aunque también puede ser una velada alusión a Dioniso. Estas múltiples asimilaciones forman parte del carácter de Panthea de la diosa Isis, quien llegó a asimilarse también con dioses como Asclepio, por sus capacidades mágico-curativas. Llama, no obstante, la atención la representación de la clava hercúlea, así como la referencia a dioses como Apolo, Posidón o Hefesto; sin entrar en sutiles vínculos de la diosa con la navegación u otras atribuciones, podría relacionarse a estas deidades olímpicas con un sentido apotropaico de la propia pieza, que aúna la protección de todos los dioses aludidos en ella.
La concepción Panthea de esta Isis responde al epíteto de Diosa de los Mil Nombres que, debido a las múltiples identificaciones con otras divinidades, adquirió la diosa egipcia en época imperial; no obstante, el destacado creciente lunar sugiere una particular asimilación con Selene. La profusión decorativa de estas magníficas vajillas pompeyanas sugiere un uso expositivo o ritual que hace plausible el sentido apotropaico de esta imagen Panthea; la identificación principal de esta divinidad femenina como una Isis-Selene puede apoyarse en sus principales atributos iconográficos y en la especial devoción que esta divinidad egipcia despertó en la zona de Campania.