Descripción:
El programa iconográfico de la ermita de Santa María, en Quintanilla de las Viñas, ha sido objeto de numerosos estudios dada su singularidad en el contexto de la decoración escultórica altomedieval. Destacan los frisos de ornamentación vegetal que alternan en hiladas decorando los muros exteriores y revelando una acusada influencia oriental que, tal y como ha subrayado Mª Cruz Villalón (Villalón, 2002-2003: 349), puede deberse al influjo del arte andalusí; en la zona del crucero y el ábside de la antigua iglesia, el programa iconográfico se completaba con decoración figurada. El arco de herradura que da acceso a la capilla mayor se apoya sobre dos bellos capiteles-imposta decorados con clípeos que encierran sendos bustos del Sol y la Luna, sustentados por ángeles; por encima del citado arco, preside el acceso al ábside un Cristo con nimbo crucífero. Otros cuatro relieves, cuya ubicación original se desconoce, muestran a un hombre que porta una cruz procesional, una mujer que posa su mano diestra sobre el pecho –ambos flanqueados por ángeles– y, finalmente, dos hombres sosteniendo un libro. Estos últimos han sido descritos como dos evangelistas, no obstante, la interpretación global de este programa iconográfico es muy compleja, pues no se han documentado paralelos en otros edificios similares. Se ha supuesto que el Sol y la Luna podrían hacer referencia a Cristo y a la Iglesia, respectivamente, según la teoría patrística que glosa así la simbología de los astros (Labrador-Medianero, 2004 : 90); idéntica interpretación podría aplicarse a la pareja que forman las dos figuras flanqueadas por ángeles. No obstante, cabe destacar el hecho de que, por encima del arco que da acceso a la capilla mayor, se ha representado a un Cristo nimbado lo que, en cierto sentido, haría innecesaria la reiteración de la figura del Hijo de Dios.
Si atendemos a la imagen solar de la imposta derecha como una alegoría de Cristo, la identificación remite a la Parusía narrada en los Hechos de los Apóstoles (1, 9-11.) y al Sol de Justicia citado por Malaquías (3, 20). Por el contrario, según Mª Cruz Villalón, la interpretación más acertada es la que apunta que el Sol y la Luna, ubicados en el acceso a la capilla mayor, dotan a este espacio del “carácter cósmico propio del ámbito de las teofanías” (Villalón, 2004: 117). Según esta hipótesis, la efigie solar de Quintanilla de las Viñas supone una pervivencia de los aspectos astrales de Helios y de Selene y muestra un modo de simbolizar el Universo creado a través de los astros que rigen el ciclo diurno y estacional. En el entorno cristiano se genera de este modo un escenario simbólico, paralelo a aquel de la crucifixión, donde se muestra a Cristo flanqueado por el Sol y la Luna en el preciso lugar del sacrificio, es decir, el altar de la eucaristía donde se consagra el cuerpo y la sangre de Cristo.
Desde un punto de vista formal, la efigie solar de Quintanilla de las Viñas se inspira en la iconografía helíaca, concretamente, en los arquetipos más estilizados que mostraban al dios como un busto encerrado en un clípeo y caracterizado por su corona radiada. En el eje central de la composición, el clípeo, sostenido por ángeles en pleno vuelo, encierra un busto masculino ataviado con túnica, de rostro imberbe y de larga cabellera orlada por los rayos solares; la inscripción –SOL– no deja lugar a dudas acerca de la personificación del astro. La imposta que muestra la imagen de la Luna, lamentablemente dañada, presenta una disposición muy similar: un clípeo con un busto tocado con el creciente lunar y una inscripción en la que puede leerse ‘LVNA’. Si bien el tocado es el tradicional de Selene, llama la atención en Quintanilla de las Viñas el carácter andrógino de la imagen, pues unas pequeñas muescas en la barbilla sugieren la presencia de un hombre barbado. Este aspecto hace difícil la interpretación simbólica del astro nocturno como personificación de la Iglesia, de hecho, la posible representación de la Luna como un varón apunta a un paralelismo con la efigie solar que subrayaría el carácter cósmico de ambos astros.
La presencia en la ermita de Santa María de estos clípeos astrales remite a la profusión de la iconografía solar en época tardorromana y, particularmente, a la imaginería mitraica (Labrador-Medianero, 2004 : 90) donde fue habitual el arquetipo de Helios y Selene encerrados en roleos de roca.
Observaciones:
La iglesia original estuvo en pie hasta el siglo XIV, la actual ermita de Santa María se corresponde únicamente con la cabecera y parte del crucero del primitivo templo; la planta original, compuesta por un aula basilical de tres naves, sólo puede estudiarse en la cimentación. La inscripción documentada sobre la imposta derecha reza: OC EXIGVVM EXIGVA OFF. DO FLAMMOLA VOTUM D. La oferente, Flamola, fue esposa de Gundisalvo Telliz quien, en el año 879 restauró la iglesia y mandó grabar esta inscripción, tal y como está documentado en el Cartulario del Monasterio de San Pedro de Arlanza (Villalón, 2004: 120 y ss.). Aunque la iglesia se ha fechado tradicionalmente a finales del siglo VII y principios del siglo VIII d.C., nos atenemos a la cronología sugerida por Mª Cruz Villalón en su exhaustivo estudio (2004).