Descripción:
En este skyphhos del Museo Arqueológico de Tarento se describe, a través de dos escenas muy similares, el mito según el cual Helios prestó su copa de oro a Heracles. Según el mito, el magnífico vaso forjado por Hefesto permitía al Hiperiónida realizar su periplo nocturno a través de Océano, y cuando Heracles precisó cruzar esta corriente limítrofe para llegar a la isla de Eritia, donde se disponía a robar los ganados de Gerión, el particular navío de Helios facilitó notablemente su travesía. Esta taza tiene una clara intención narrativa; en un primer momento del citado relato, Heracles, caracterizado por sus atributos iconográficos, corre por las orillas de Océano mientras, sobre el carro de Helios, se observan las dos flechas que el héroe ya ha disparado. Heracles atacó al dios a causa del ardiente calor que el astro emitía durante su travesía del desierto libio; cuando amenazó con su arco a Helios, éste cedió a sus exigencias y le permitió el uso de la copa dorada (Apolodoro, Bibl. Mit. 2.5.10.). El artista localiza la acción en las orillas de Océano, por cuya superficie parece deslizarse el carro solar. La representación de Helios tan cerca de Océano sitúa el episodio en las primeras horas del día, cuando el dios emprende su camino, o bien durante el ocaso, momento en el que se dispone a iniciar la travesía nocturna de regreso a oriente; en cualquier caso, el instante representado no corresponde al momento de mayor calor y el entorno no es el desierto, produciéndose un anacronismo entre la iconografía y el relato mítico. El artista, no obstante, opta por enlazar los diferentes episodios –las amenazas de Heracles, el pacto con el dios y la travesía de Océano– para enfatizar así su propósito narrativo.
En un lado de la copa, Heracles, con actitud muy dinámica, parece acosar al dios mientras, en el lado opuesto, Helios observa a un Heracles sentado en la orilla de Océano que alza su mano en actitud de declamar, lo que sugiere el momento de la negociación. Parece, por tanto, el instante preciso en que el héroe promete no atacar al dios si éste accede a prestarle la copa para poder alcanzar la isla de Eritia. La presencia de Océano justifica la actitud del héroe, que precisa surcar sus aguas en una embarcación apropiada; por ello, el artista se esfuerza en ubicar la acción en las orillas de Océano, donde pueden verse los peces que se mueven bajo la superficie del agua.
Un vaso de figuras rojas, conservado en el Museo Gregoriano Etrusco Vaticano, muestra el momento inmediatamente posterior a esta negociación representada en el skyphhos de Tarento, cuando Heracles navega ya en la copa del Sol a través de Océano, rodeado de peces y octópodos. El héroe aparece con sus atributos iconográficos tradicionales, la piel del león de Nemea y la maza, y porta también en su mano izquierda el arco con el que había consumado sus amenazas al Sol. En ambos ejemplos, los artistas parecen optar por incluir en sus pinturas todos los elementos de la narración para sugerir el desarrollo completo del episodio, pero es en el vaso de Tarento donde, a través de las dos escenas correlativas, el carácter narrativo se hace más evidente.
La imagen proporciona una temprana efigie de Helios. El dios es un personaje barbado, tal y como corresponde a las divinidades en la iconografía arcaica, especialmente, en los vasos de figuras negras; con posterioridad, Helios sería representado como un efebo imberbe, consolidando una imagen más juvenil y dinámica del dios. Asimismo, en esta temprana efigie, el Hiperiónida conduce un carro tirado por sólo dos caballos, representados frontalmente. Los corceles uncidos al carro solar despliegan sus alas a ambos lados del dios; el carácter alado de los animales explica, desde un punto de vista mítico, la capacidad del carro para elevarse sobre la Tierra. Finalmente, a diferencia de la iconografía posterior, la luz no se simboliza mediante rayos que emergen de su persona, sino que el dios porta sobre su cabeza un disco solar que destaca interrumpiendo, incluso, los motivos foliáceos que decoran el labio del vaso; esta visión del disco solar recuerda modelos egipcios y destaca a Helios, no como personificación del astro propiamente sino como un simple encargado de portar la luminaria.