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Objeto Digital 653
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Identificador:
 653
Nombre:
Hermes/Mercurio
Dioses
Dioses Olimpicos:
 
Hermes/Mercurio
Nombre:
 
Hermes/Mercurio
Tema:
 
Las almas del Aqueronte
Atributos iconográficos:
 
Pétasos alado, caduceo
Autor:
 
Adolf Hirémy-Hirschl (1860-1933)
Escuela:
 
Centroeuropa (Antiguo Imperio Austro-Húngaro)
Período/Cronología:
 
1898
Soporte y técnica:
 
Óleo sobre lienzo
Localización (Institución, Colección):
 
Viena, Österreichische Galerie
Descripción:
 
Adolf Hirémy-Hirschl, pintor austrohúngaro asentado en Italia desde 1898, se caracterizó por la renovación del historicismo del siglo XIX mediante el simbolismo, anteponiéndose a la modernidad y presagiando las vanguardias del siglo XX. En esta obra, reinterpreta el tema de Hermes psicopompo, representando al dios no tanto como un acompañante de las almas, sino más bien como un señor del inframundo, que controla y detiene a las almas con su caduceo. La concepción de esta obra recuerda el lecito de la Friedrich Schiller Universitat de Jenna, en el que Hermes aparece encantando eidola con el poder del caduceo. En el citado lecito, las almas son representadas como pequeñas figuras aladas que, en cualquier caso, parecen atender los designios del dios del mismo modo que en esta obra las almas del Aqueronte se detienen y suplican ante Hermes-Mercurio.
El dios está ataviado con un largo manto de color negro, que acrecienta lo siniestro de la figura. Está tocado con un pétasos alado y su cabeza se rodea de un nimbo que parece iluminar toda la escena. Su mano izquierda está oculta bajo el manto y con la derecha extiende el caduceo, que simula un largo bastón coronado por las alas y las dos serpientes entrelazadas; con él parece detener a las almas que se extienden suplicantes a sus pies.
El autor representa diversos personajes entre las almas, desde el anciano abatido a espaldas del dios hasta el niño sentado a sus pies; Hirémy subraya de este modo lo inevitable de la muerte. La figura del hombre que sujeta a una mujer desvanecida, a la izquierda del cuadro, sugiere una velada alusión a Orfeo en su frustrado intento de rescatar a Eurídice del Hades; la disposición vertical de esta figura, así como el manto negro con el que se cubre desde la cintura, sirve para equilibrar la obra desde el punto de vista compositivo y, por lo tanto, destaca especialmente entre el resto de suplicantes ya que, además, da la espalda al dios simbolizando la pérdida absoluta de esperanza.
Observaciones:
 
Durante su estancia en Viena (circa 1878-1880), previa a la realización de esta obra, Hirschl se vio profundamente atraído e influenciado por el movimiento Sturm und Drang alemán, del que heredaría los colores intensos y el tremendismo de algunas de sus obras. A pesar de que Hirschl se caracterizó por su renovación del historicismo europeo, cabe destacar que algunas de sus obras del período vienés (Hannibal en los Alpes), se ajustaban todavía a los parámetros del historicismo académico; asimismo, es evidente la profunda influencia de la escuela francesa en algunas de sus obras. De hecho, en Las almas del Aqueronte, la disposición de los suplicantes en torno a la figura del dios recuerda la paradigmática obra de Théodore Géricault, La Balsa de la Medusa (1819). Esta mezcla de diferentes influencias en este óleo relativo a Mercurio, le atrajo las críticas tanto de los entornos más conservadores como de aquellos que abogaban por la naciente modernidad.
Autor de la ficha:
 
Mª Amparo Arroyo de la Fuente
Objeto Digital 653
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