Descripción:
Este tríptico constituye una alegoría de la victoria de las Artes y las Ciencias sobre la ignorancia y la necedad, destacando la primacía y nobleza de las Artes Liberales, simbolizadas por los dioses Mercurio y Minerva. El cuadro central representa un Hércules victorioso a cuyas espaldas yace muerto Caco, quien había robado al héroe parte de los bueyes de Gerión; Hércules, a través de la realización de sus trabajos, simbolizaba el esfuerzo por alcanzar la perfección y, en el plano espiritual, el ascenso hacia la inmortalidad.
Los cuadros laterales se componen de una figura divina, en primer plano, contrapuesta a personajes secundarios que simbolizan la ignorancia. La tabla de la derecha representa a Minerva, diosa de la inteligencia. Está representada desnuda, con un fino paño que cubre su sexo, e identificada por sus atributos iconográficos habituales: el casco, la lanza, el escudo adornado con la cabeza de Medusa, sobre el que apoya su brazo izquierdo, y una lechuza posada junto a sus piernas. La desnudez de la diosa, que no es habitual, puede entenderse como un recurso compositivo que armoniza con la representación de Mercurio en este tríptico. Asimismo, esta figura remite a modelos manieristas y recuerda las figuras alegóricas que adornan los frontones de la Tumba de los Médici, de Miguel Ángel. Para subrayar el sentido simbólico de Minerva como personificación de la sabiduría y como protectora de las Artes, Goltzius representa a sus pies diversos elementos que la identifican como tal (libros, un mapa, un laúd) y que hacen referencia a las Artes Liberales. En contraste, a espaldas de la diosa está representado el rey Midas, quien, en el certamen entre Apolo y Marsias, se declaró a favor del sátiro, motivo por el que Apolo lo castigó con las orejas de asno con las que aparece representado en esta obra.
La tabla de la izquierda representa a Mercurio y su interpretación resulta ciertamente enigmática. El dios es un joven, completamente desnudo, a excepción de un calzón con el que cubre pudorosamente su sexo. El pétasos tradicional se ha convertido en un bello casco alado, cuya morfología recuerda a las lujosas armaduras principescas de parada y justa; sobre el casco, el pintor ha añadido una corona de laurel, mientras las alas irisadas remiten a la iconografía de la diosa Iris, también mensajera de los dioses. El caduceo se ha transformado en un bastón, que el dios sujeta por su extremo superior y apoya con elegancia en el suelo; en la vara se entrelazan dos serpientes dispuestas, en el extremo inferior, del modo tradicional. No obstante, el artista ha representado las cabezas de dos grifos alados enfrentados en lugar de las habituales sierpes; desde el siglo XV era habitual la sustitución de los ofidios por animales fantásticos como los dragones, en alusión al poder mágico del kerykeion.
A sus pies, cerca del caduceo, el artista ha representado un gallo que ya fue símbolo del dios en época clásica y que hacía alusión a las atribuciones de Mercurio como psicopompo. Para la identificación de esta divinidad como dios de la inteligencia, el autor sitúa a sus pies un pergamino enrollado y un libro; en época clásica, Hermes ya fue considerado protector de los oradores y velaba por el buen término de las asambleas, por lo que el autor no hace sino destacar uno de los múltiples aspectos del Hermes Politropos en relación con la Dialéctica.
A las referencias simbólicas a las Artes Liberales (Gramática, Dialéctica, Retórica, Aritmética, Geometría, Astronomía, Música) que aparecen en ambas representaciones, el autor añade también una alusión a la Pintura, poniendo en manos del dios una paleta y unos pinceles. Con ello, el artista subraya la tradicional reivindicación que los pintores venían haciendo desde Leonardo: la inclusión de la Pintura entre la Artes Liberales, como un arte mental, no manual. La figura que se contrapone a Mercurio en esta alegoría es de más difícil interpretación: una niña que saca la lengua mientras sujeta una especie de atril y un cuervo. Es este un animal de compleja simbología que podía presagiar la llegada de desgracias, o la necesidad de cambiar la conducta; en las fábulas de Esopo, el cuervo es emblema de las acciones equivocadas que generan consecuencias ejemplarizantes. Esta muchacha, a espaldas del dios, parece simplemente simbolizar una burla, equivocada, de la inteligencia y la prudencia en las acciones.
Desde el punto de vista compositivo, el tríptico constituye un todo, ya que los cuadros laterales presentan una estructura similar en lo referente al significado y también en la forma. Las dos figuras desnudas de los dioses son representadas en interiores que se abren, en el lateral que coincide con el cuadro central, ubicado en un exterior, en sendos paisajes oníricos que evocan las ruinas de la antigua Roma. La presencia de Hermes en esta obra de profundo simbolismo remite a la rica iconología de esta divinidad en el Renacimiento y el Barroco.
Observaciones:
Esta obra de Hendrick Goltzius, pintor holandés que destacó especialmente como grabador, formó parte de un tríptico encargado por Johan Colterman (circa 1565-1616) que representaba a Mercurio y Minerva rodeando una representación de la muerte de Caco a manos de Hércules. Las obras no fueron realizadas el mismo año, sino que mientras las alusivas a las divinidades fueron pintadas en 1611, el cuadro central fue ejecutado dos años más tarde, en 1613; no obstante, estaban colgados juntos a partir de 1671, en poder de una de las hijas de Colterman.
Frans Hals Museum: nº inv. I-96.