Descripción:
Hermes se asimiló a dos divinidades egipcias. Por una parte, en su papel de dios de la inteligencia, se entendió que era el mismo dios que Thoth, patrón de los escribas y dios de la sabiduría; pero, por otro lado, su labor como psicopompo le vinculó con el dios encargado de guiar las almas de los muertos en el antiguo Egipto, Anubis. Desde el punto de vista iconográfico, eran varias las escenas en las que participaban de modo muy similar: Hermes recibía el cadáver de los héroes muertos en la batalla, depositado a sus pies, mientras Anubis solía ser representado inclinado sobre la momia en cuyo embalsamamiento participaba; ambos ofrecían su mano a las almas de los muertos para facilitar el tránsito al Más Allá; y, por último, ambos eran los encargados de equilibrar la balanza en la que se pesaban los destinos o las almas de los muertos. Estos puntos en común favorecieron que, ya en el entorno alejandrino, el psicopompo egipcio asumiera algunos de los símbolos iconográficos de Hermes.
En las catacumbas de Kom el-Shuqafa, Anubis no aparece ya ataviado con la indumentaria egipcia tradicional y el torso descubierto, sino que el dios se viste como un centurión romano. Esta confusión de símbolos egipcios y occidentales que se produjo en Alejandría es la que se materializa en este Mercurio de los Museos Vaticanos. El dios viste una túnica corta sobre la que se dispone la clámide, sujeta en el hombro derecho, y unas altas botas que, a pesar de no llevar aparejadas las tradicionales alas, remiten al atuendo propio de los caminantes y característico del dios Hermes-Mercurio. Con su mano izquierda sujeta, apoyado en el antebrazo, un caduceo compuesto por una vara corta, coronada por las alas, sobre la que se enroscan dos serpientes dibujando el arcaico diseño de círculos tangentes del kerykeion. En la mano derecha pudo sujetar un sistro, instrumento musical propio del culto isiaco que la diosa Isis heredó de Hathor, tras su asimilación con la diosa vaca. Asimismo, el tocado que luce sobre la cabeza, los dos cuernos bovinos que rodean el disco solar, constituyen una nueva referencia a Isis, que también asimiló este tocado de la diosa Hathor. Esta mezcla de elementos egiptizantes, desprovistos de su significado original, es propia de la estética alejandrina y sería heredada por la estatuaria de culto romana en lo que se refiere a los rituales isiacos. La devoción isiaca asimiló a las denominadas divinidades alejandrinas, entre las que se contaba Anubis, integrándolas en el culto doméstico mediante pequeñas efigies, de iconografía similar a la descrita, destinadas a ubicarse en los lararios.
Esta figura antropomorfa se completa con una cabeza de cánido que en nada recuerda los parámetros de representación del arte egipcio, distinguiéndose por el naturalismo con el que se reproducen los rasgos del animal. La identificación de Hermes y Anubis en esta escultura remite a un fragmento de la novela de Apuleyo, El asno de oro o La Metamorfosis, en la que el autor describe a esta divinidad híbrida: “El primero, de aspecto sobrecogedor, era el gran mensajero que enlaza el cielo y el infierno: rostro negro o dorado, pero ciertamente sublime, sobre su largo y erguido cuello de perro; se llama Anubis: lleva un caduceo en la mano izquierda y agita con la derecha una palma verdosa”. (Apuleyo, Metamorfosis, XI, 11)
Las representaciones de Anubis ataviado con la clámide y los atributos de Hermes-Mercurio fueron habituales en época romana y esta iconografía perduraría hasta la Edad Media, cuando Hermes todavía era representado con cabeza de cánido.