Dioses Olimpicos:
Posidón/Neptuno
Tema:
Ara de Domicio Ahenobarbo: Bodas de Neptuno y Anfítrite
Atributos iconográficos:
Thíasos marino
Autor:
Atribuido a Scopas el Joven (¿?) y a Hermógenes de Salamina (¿?)
Período/Cronología:
Época Republicana. Circa 115-100 a.C.
Soporte y técnica:
Relieve en mármol greco-oriental
Dimensiones:
0,78 cms. h. x 2,82 m. longitud
Localización (Institución, Colección):
Munich, Gliptoteca
Fuentes primarias:
Apolodoro, 1. 28; Pseudo-Hyginus, Astronomica 2. 1; Virgilio, Georgicas 1. 29y ss.
Descripción:
Estos relieves tienen como asunto las Bodas de Neptuno y Anfítrite, un pretexto que sirve para el desarrollo de un hermoso cortejo triunfal de acompañamiento de los soberanos del mar. El frente del friso esculpido (figs. a, b, c y d) está decorado por tres escenas, separadas plásticamente por la presencia de pilastras dóricas de fuste liso, cuya función es ordenar el espacio y fragmentar el relieve continuo.
Los recién desposados ocupan el centro del conjunto (fig.c), montados en un carruaje de alto respaldo tirado por dos jóvenes tritones de sinuosa extremidad bífida; uno de ellos sopla enérgicamente un aulós o caracola ( instrumento musical hoy perdido) mientras su compañero sostiene una cítara de caja cuadrada en sus manos. Neptuno es un dios de edad madura, barbado y coronado con diadema, cuya efigie ha sido tomada de las imágenes más características del arte helenístico; con su diestra sostiene las riendas de la fantástica embarcación.
Anfítrite, sentada a su lado, es una encantadora y joven velada; por su recatada apariencia parece modelo para una matrona romana. Sostiene el velo que cubre su cabeza con una de sus manos, signo icónico que alude a sus esponsales, al tiempo que baja la cabeza indicando acatamiento y modestia, virtudes femeninas por antonomasia. Delante del carro y sus guías, dos figuras femeninas vestidas montadas sobre un hipocampo (fig. b) y un toro marino (fig.a) portan las antorchas nupciales que anuncian el himeneo (fig. b) y un cofre de pequeño tamaño, acaso contenedor de los presentes para los desposados (fig.a.).
Aunque no resulta precisa la identificación de estas figuras, pudiera pensarse que la portadora de las antorchas fuera Doris, la madre de la novia, a juzgar por su aspecto menos juvenil.
Tras el carro de Neptuno y Anfítrite desfila una nereida (fig.d), vestida con fino chitón de paños mojados que se recuesta, dando la espalda al espectador, sobre el lomo y la zigzagueante cola de un indómito caballo marino. Un amorcillo trata de sostener las bridas del hipocampo, mientras que otro pequeño erote se asienta sobre las roscas de su extremidad marina. En los lados menores del conjunto, el monumento estaba adornado por sendos ictiocentauros, uno juvenil (fig. e) y otro maduro (fig. .f), acompañados respectivamente, por dos nereidas y un terrible monstruo marino o Kethos.
El estilo de este grandioso cortejo marino pertenece al helenismo tardío: destaca la calidad plástica, visible en el tratamiento mórbido de las carnaciones, la expresividad y delicadeza de las figuras, el dinamismo y la expresión perfecta del movimiento, así como la hermosa consecución de planos sucesivos de profundidad, la exactitud en la representación de las diversas texturas y el vigor de los animales. Tanto primor artístico señala el punto final de la mejor tradición plástica heredada del mundo griego. Desde el punto de vista iconográfico posee también un interés excepcional: acaso basado en un cartón griego, a partir del mismo habrían de surgir numerosas representaciones afines a lo largo de todo el Imperio.
Observaciones:
Los arqueólogos han supuesto que estos relieves, hallados en el Campo de Marte, proceden de un templo dedicado a Neptuno, sito en las proximidades del Circo Flaminio, construido por uno de los miembros de la familia Ahenobarbi. Serían dedicados en torno al año 115 a.C., fecha en la que fue censor de la República uno de los Domicios.
Más tarde, los relieves pasaron al Palacio del Cardenal Fesch (cercano a las ruinas romanas situadas bajo la Iglesia de San Salvatore in Campo) y a la muerte de éste rico prelado, se dispersaron. Una serie de los mismos, representando un lustrum fue a parar al Museo del Louvre, mientras que el resto llegó a engrosar las colecciones de la Sttatliche Antikensammlungen de Munich.
Autor de la ficha:
María Isabel Rodríguez López