Descripción:
En el relato troyano, el enfrentamiento representado en este lecito se produce tras la muerte de Antíloco a manos de Memnón; tanto Tetis, madre de Aquiles, como Aurora, madre de Memnón, imploran a Zeus por la salvación de sus hijos, pero el Crónida, en busca de la imparcialidad, pesa los destinos de ambos en una balanza que se inclina en detrimento del segundo, anunciando la inminente victoria de Aquiles (GRIMAL, P. 1984: 347). A pesar del relato, en el que es Zeus quien decide el destino de los contendientes, en la iconografía es habitual que se represente a Hermes como el encargado de equilibrar la balanza que decidirá el resultado del duelo, probablemente, por la vinculación de esta divinidad con el ámbito ultraterreno y el tránsito hacia el inframundo.
Hermes, de acuerdo con su iconografía tradicional, se cubre con el pétasos y la clámide y calza las botas aladas; el dios se interpone entre los héroes, Aquiles y Memnón, sujetando la balanza con la que pesa el destino de ambos. Esta escena es la denominada kerostasia, ‘peso de los destinos’, que se produce cuando los contendientes conservan aún la vida y lo que decide el dios con su balanza es la suerte que correrán cada uno de ellos. La iconografía de la kerostasia muestra los destinos como pequeñas figuras aladas que reproducen la efigie de los protagonistas; estas figuras aladas, eidola, son las mismas que podían simbolizar las almas o los espíritus de los muertos, motivo por el que esta escena es también denominada psicostasia, ‘peso de las almas’. Las escenas de psicostasia egipcia, en las que Anubis equilibra la balanza que pesa el corazón del difunto y el símbolo de Maat, favorecieron la posterior identificación de Hermes con el dios de cabeza de cánido. No obstante, si bien existen coincidencias desde el punto de vista iconográfico, el significado último de estas escenas es muy diferente, ya que Anubis decide con su balanza el veredicto del juicio que valora las acciones del difunto y, por tanto, el derecho del alma a disfrutar de la vida de ultratumba; por su parte, Hermes sopesa el destino de los héroes y dictamina cuál de ellos morirá en el enfrentamiento.
En otro lecito funerario, conservado en la Friedrich Schiller Universitat de Jenna, el dios parece controlar la entrada y salida de las eidola del Hades, figurado por un enorme pithos. Este lecito de Jenna simboliza el poder de Hermes para controlar las almas de los muertos y, al igual que las escenas de kerostasia, constituye un estadio de la relación del dios con el Más Allá que supera el simple acompañamiento de las almas en su labor como psicopompo; en estos casos, se representa a Hermes con un poder para decidir, primero, en el destino de los vivos a través de la kerostasia, y, después, en el destino de los muertos, a quienes controla y dirige gracias al caduceo.
Las funciones de Hermes en relación con la muerte, por tanto, abarcaron aspectos muy diversos, desde aquellas que lo representan como Señor de los Límites, guardián y vigilante del tránsito al inframundo, hasta aquellas que figuran su función como psicopompo, simple acompañante de las almas; asimismo, Hermes fue también el encargado de recibir el cadáver de los héroes caídos en la batalla (Figura B), depositado a sus pies por los dioses Hipno y Tánato, el Sueño y la Muerte; este recibimiento del cuerpo del finado puede interpretarse, dentro del ciclo que Hermes protagoniza, como un estadio previo a las escenas de acompañamiento del alma al Hades. En otros ejemplos, Hermes recibe el cadáver mientras Caronte, apartado de la escena, espera que el dios psicopompo cumpla su función y conduzca el alma del difunto hasta su barca (V. DIEZ DE VELASCO, F.). La kerostasia, no obstante, si bien anuncia la inminente muerte de uno de los contendientes, figura el poder de Hermes para, desde la imparcialidad que proporciona la balanza, barajar el destino de los héroes y, por tanto, dictaminar la vida o la muerte de los mismos.